En el cuarto de baño todo es silencio.
Como en una tumba.
Ya nadie ríe. Bueno, yo me sonrío un poco (se me nota porque la comisura izquierda de la boca se me levanta un pelín). Alicia parece congelada por el pánico. Tardo un segundo en quitarle el móvil, apenas dos en troncharle el cuello (tenía las cervicales hechas polvo, tantas horas de ciber-bulling pasan factura, se joda). Cae a plomo y en la caída da con la frente en el borde de la bañera. Se oye un "crack" seco. Después otro golpe contra el suelo. Un hilo de sangre le sale del oído derecho. Pronto empieza a hacer charquito. Me agacho, hundo el dedo índice en él. Me lo llevo a la boca, lo saboreo: mujer, 25 años, principio de diabetes, Escorpio, las transaminasas altas. Cero positivo. No me convence el retrogusto a vaper.
A ver éstas.
Sara hace amago de salir pitando del baño, pero rápidamente (tan rápido que casi ni se aprecia a simple vista), bloqueo la puerta con mi cuerpo. Queda clavada de pié delante de mí, con los ojos muy abiertos, le tiembla la barbilla, un chorrito transparente se le escapa entre las piernas, otro charquito,
- ¿Me sujetas el móvil?, le digo.
Tarda en entender, está en shock.
Está casi tan extrañada como aterrorizada. Yo poso delante de la puerta del baño como un detenido en comisaria. Sara hace la foto.
- Méteme el móvil en el bolsillo de la chaqueta.
La pobre duda, tiene miedo, no quiere acercarse.
- Tranquila que no te va a pasar nada.
Alarga el brazo, mete el móvil en la chaqueta, aprovecho y con una mano la agarro de los hombros, con la otra de la frente.
Otro crack.
La sostengo en su caída al suelo y la dejo allí, a los pies de La Jessi, casi con delicadeza. Ay, La Jessi, La Jessi.
- Siéntate en la bañera, le digo.
Se sienta en el borde de la bañera.
- No, payasa, que te sientes DENTRO, de la bañera. Lo vas a poner todo perdido.
La Jessi empieza a llorar, al principio es en silencio, pero luego le da una hipera de niña chica, que si no la conocieras te daría hasta pena. Pero conozco a esta tipa.
Y no me la da.