viernes, 29 de noviembre de 2019

FOTO


En el cuarto de baño todo es silencio.

Como en una tumba.

Ya nadie ríe. Bueno, yo me sonrío un poco (se me nota porque la comisura izquierda de la boca se me levanta un pelín). Alicia parece congelada por el pánico. Tardo un segundo en quitarle el móvil, apenas dos en troncharle el cuello (tenía las cervicales hechas polvo, tantas horas de ciber-bulling pasan factura, se joda). Cae a plomo y en la caída da con la frente en el borde de la bañera. Se oye un "crack" seco. Después otro golpe contra el suelo. Un hilo de sangre le sale del oído derecho. Pronto empieza a hacer charquito. Me agacho, hundo el dedo índice en él. Me lo llevo a la boca, lo saboreo: mujer, 25 años, principio de diabetes, Escorpio, las transaminasas altas. Cero positivo. No me convence el retrogusto a vaper.

A ver éstas.

Sara hace amago de salir pitando del baño, pero rápidamente (tan rápido que casi ni se aprecia a simple vista), bloqueo la puerta con mi cuerpo. Queda clavada de pié delante de mí, con los ojos muy abiertos, le tiembla la barbilla, un chorrito transparente se le escapa entre las piernas, otro charquito,

- ¿Me sujetas el móvil?, le digo.

Tarda en entender, está en shock. 

- Hazme una foto, porfa.




Está casi tan extrañada como aterrorizada. Yo poso delante de la puerta del baño como un detenido en comisaria. Sara hace la foto.

- Méteme el móvil en el bolsillo de la chaqueta. 

La pobre duda, tiene miedo, no quiere acercarse.

- Tranquila que no te va a pasar nada.

Alarga el brazo, mete el móvil en la chaqueta, aprovecho y con una mano la agarro de los hombros, con la otra de la frente.

Otro crack.

La sostengo en su caída al suelo y la dejo allí, a los pies de La Jessi, casi con delicadeza. Ay, La Jessi, La Jessi. 

- Siéntate en la bañera, le digo.

Se sienta en el borde de la bañera.

- No, payasa, que te sientes DENTRO, de la bañera. Lo vas a poner todo perdido.

La Jessi empieza a llorar, al principio es en silencio, pero luego le da una hipera de niña chica, que si no la conocieras te daría hasta pena. Pero conozco a esta tipa. 

Y no me la da. 




jueves, 28 de noviembre de 2019

ESPEJO


Lo del baño fue una encerrona. Yo sentada, contrita, en la tapa del inodoro, ellas todo risas, pincelada va, pincelada viene. La Jessi decía que me iba a dejar un efecto ahumado en los ojos divino. Y venga a reírse. Y el espejo encima de mis rodillas. Apenas cinco minutos y La Jessi me levanta la barbilla, da dos pasitos para atrás, firma mis labios con un gloss y dice que listo. Sara apoyada en el lavabo no puede más de la risa y Alicia dando saltitos: "¡tía, tía, lo grabo con el móvil!"

- Pero, mírate mujer - me dice La Jessi, (sus ojos ya no ocultan el odio que me tiene). Mírate, payasa...

agarro el espejo que está sobre mis rodillas, Alicia coge su Iphone,

- ...tanto vacilar, tanto vacilar....

lo llevo hacia mi cara, Alicia me apunta con el móvil

- y ahora así a la calle, así hasta tu casa, para que...

y por supuesto

- ... le vaciles...

no

- .....a .....

se

- ..... tu.....

ve

- .....puñetera....

nada.

Aprieto el espejo contra el pecho les digo que me gusta mucho, que muchas gracias pero que me tengo que ir. Y por dentro pensando, que se va a liar, que no la quiero liar, que yo quiero vivir tranquila y pidiéndoles por favor, que me dejen irme, que el maquillaje es muy bonito que me quiero ir a mi casa.

- ¿Cómo que bonito, payasa?, La Jessi está tan cabreada.

- Que me gusta mucho, de verdad

Alicia tan feliz grabándolo todo. Sara, ya menos, ya en plan: bueno, tía vale ya.

Y La Jessi que me agarra de los pelos, que coge el espejo y me lo pega en la nariz al grito de: "que te mires bien, coño!"

Y la hago caso.

Y me miro.

Y no veo...nada. Ni ellas tampoco.

No hay imagen mía reflejada en el espejo. No reflejo nada en los espejos, ni en los escaparates, ni en los charcos desde Abril de 1897. 

Lo del daltonismo vino después.















miércoles, 27 de noviembre de 2019

MAQUILLAJE


Todo ha ido mal en casa de Sara. Muy mal.

Salí de casa sin maquillar y sin peinar. Lo último hoy en día ni se nota (en mis tiempos no hubiera salido con esos pelos ni de broma), el maquillaje, sin embargo,  no se perdona. Pero, es que, no me canso de repetirlo:

NO....

PUEDO.....

MAQUILLARME..

SOLA!

Eso fue lo primero que les dije en cuanto se empezaron a cachondear de mí. Fue abrirme la puerta y empezar el cachondeo. Que me decían, como si yo fuera imbécil: "Mujer, nos reímos CONtigo, NO, de tí". Así, resaltando el CON y el NO. Como si yo no supiera la diferencia, como si fuera idiota. Gramatical y mental.

La Jessi sin embargo no se reía. Se me había enganchado a una de las solapas del bolsillo de la chaqueta del Stella. Lo masajeaba lentamente y mirándome a los ojos, balbuceó:

- ...¿Stella?

Para tener nombre de choni poligonera (La Jessi insistía en que la llamaran La Jessi, no Jessi a secas), tenía un gusto de los dioses. Asentí con la cabeza.

- Stella.

- Pero ...te habrá costado....

Dije la verdad:

- Nada, fue un regalo que me hizo Ana Wintour una de las veces que nos hemos visto en Londres. Son muchos años ya de amistad y...

La Jessi se soltó de la chaqueta casi con repulsión.

- No me vaciles payasa.

Mentí:

- Baratísimo, de unas super rebajas

- Ahhhh

- Bueno, ¿qué te parece si te maquillamos? - interrumpió Sara.

Entre todas me guiaron al baño. Tiraban de mi y yo reticente. Me sentaron en el inodoro. Sara me puso una toalla sobre los hombros.  Alicia, empezó a sacar brochas, pinceles, sombras de ojos...Al grito de "¡yo maquillo!", La Jessi colocó un espejo de mano bocabajo sobre mis rodillas.

- Hasta que no termine del todo, no te puedes mirar - me dijo.

Entonces supe que todo se iba a ir a la mierda.

lunes, 25 de noviembre de 2019

SARA



He quedado  con éstas, en casa de Sara. Yo creía que a Sara le caía fatal, pero la semana pasada, cuando le conté mi pequeño problemilla (de los otros no hablo con nadie) se ofreció a ir conmigo de compras. "¡Tarde de chicas!", dijo. Y me llevó a Zara. Ahora en mi vestidor cuelgan junto a los Yves Saint Laurent, y los Dior de temporada, imitaciones de Zara que casi dan el pego. El "casi" se esconde en el tacto de los tejidos, en la caída de las prendas y seguro que también en los colores. Por supuesto que a Sara no le dije nada, se la veía entusiasmada intentando ayudarme. Como agradecimiento la invité a merendar, y eso que yo no meriendo nunca. Y la cosa quedó rara, ella con su café y sus tortitas con sirope y yo con un refresco de agua con limón que no toqué.


Hay que encajar.

Pasar desapercibida.

Ésa es la clave.

He quedado con éstas en casa de Sara. En su honor he decidido ponerme el traje blanco que me ayudó a elegir. Si me pongo su primo hermano de Stella McCartney se desmaya....o no. Seguro que la muy imbécil ni se entera. No me termina de caer bien Sarita. Ni sus amigas.Y lo intento...por la cuenta que me trae, son parte del camuflaje. 

Pero se ríen de mí.

Se creen que no me entero. Intento participar de sus bromas, de sus entusiasmos pueriles, reírme con sus estupideces y sus crueldades, pero en la cara se me queda colgada una sonrisa extraña, demasiado tensa que me afina los labios. Me dan ganas de matarlas. Que les den por culo. 

Me pongo el Stella McCartney. 








domingo, 24 de noviembre de 2019

ARMARIO

En realidad es un vestidor. Lo tengo ordenado por colores...o eso me dicen. Yo lo veo todo gris, o mejor dicho en distintos tonos de gris: gris claro, gris oscuro, gris ceniza, gris metal,  gris lluvia, gris sopa, gris hombre gris, gris sucio, gris virgen, gris polvo...blanco. Negro. Cuando compro una prenda de ropa, pido a la dependienta que me informe de qué color es. Al llegar a casa, escribo una notita con el color que me han dicho y el gris que creo le corresponde, la sujeto a la prenda con un imperdible y cuelgo la prenda en su sitio. En realidad el orden de mi vestidor es alfabético. Más práctico.  El caos, o no, en él, depende de la amabilidad de los extraños y de su dominio del vocabulario (no es lo mismo un azul cobalto que un azul celeste) . Espero no haber dado nunca con algún daltónico inconfeso, como yo.

No siempre fui daltónica. Pero ahora que lo soy, aunque no recuerdo los colores, sí recuerdo cuales, combinados, me parecían una ordinariez y cuales una mezcla exquisita. Y yo daltónica sí, pero ordinaria nunca. No soporto ir hecha una mamarracha. No soporto llamar la atención.

Encajar.

Perderse entre la gente.

Ésa es la clave.

Hoy he quedado con éstas. Doy vueltas dentro de mi vestidor. Casi centrifugo en gris. De nuevo no sé qué ponerme. Y maquillarme....ésa es otra.